viernes, 18 de octubre de 2013

Capítulo 3: Encuentro

POV Renesmee

—¿Hola mamá, como va todo?
—Extrañándote cielo, todo está muy bien por aquí.
—¿Y papá?
—Muy bien, está junto a mí. Cuéntanos, ¿Cómo la estás pasando?
—¡Genial! Sue es muy amable conmigo y el abuelo también por supuesto. Ayer fui a visitar a Caroline, y hoy nos juntamos de nuevo. Es su cumpleaños, así que saldremos esta noche.
—Veo que estas muy emocionada, que te diviertas y recuerda lo que te dijimos —advirtió con su tono maternal.
—Si mamá, no se me olvida. ¿Me pasas a papá?
—¿Cómo está mi otro tesoro? —preguntó dulcemente.
—Hola papá, estoy bien, solo quería saludarlos y mantenerlos al tanto como prometí.
—¿Así que sales esta noche?
—Si, como le dije a mamá es el cumpleaños de Caroline.
—¿Adónde irán?
Diez segundos, todo un record. Sabía perfectamente que en cualquier momento, sacaría a relucir su vena "padre celoso sobre protector". Así que mentí.
—Es una salida de chicas, somos Caroline unas amigas y yo.
—Pero no me dices a donde irán —suspiró melodramáticamente—. Solo recuerda ser prudente cariño.
—Lo se papá, los amo y saludos a todos.
—Adiós princesa —dijo mi padre.
—Recuerda volver a llamar —escuche hablar a mi madre.
—Lo prometo.
Eran las ocho de la noche cuando Alan llego por mí a casa de mi abuelo. La noche estaba encapotada con nubes oscuras y dispuestas a bañar el pueblo con su lluvia habitual. El abuelo Charlie recibió al hermano de Caroline mientras yo terminaba de preparar un pequeño bolso con mis cosas.
—Pasa muchacho —le escuché desde mi cuarto.
—Buenas noches soy Alan hermano de Caroline.
—Mucho gusto, soy Charlie el tío de Renesmee.
Frente a todos el abuelo Charlie era mi tío, no podía decir que era mi abuelo, ya que Bella era su única hija y hace solo siete años que se había casado y marchado de Forks. Además de no tener mucha pinta de abuelo para una chica que aparentaba tener 18 años.
—Un placer respondió Alan.
—Mi sobrina está terminando de preparar sus cosas, toma asiento.
—No hace falta tío, ya nos vamos —dije emocionada sosteniendo mi mochila color púrpura.
—Pero cuál es la prisa Renesmee, ¿no me vas a contar dónde vas?
—Es una fiesta de pijamas, en casa de mi amiga —afirmé mostrando mi bolso.
—Ya veo. Intentare ser un tío moderno, pórtate bien y llama mañana temprano. Te encargo mucho a mi sobrina Alan.
Alan retrocedió unos pasos ante la seria mirada de mi abuelo Charlie. Y eso que era solo un humano.
—Por supuesto señor, no tienes por qué preocuparte, la traeré yo mismo de regreso.
—Ya Charlie, deja a Renesmee ir con Alan —dijo Sue guiñándome un ojo.
Me despedí de mi abuelo y de Sue con un beso en la mejilla y tome la mano de Alan para escabullirnos dentro su automóvil.
Cuando el motor ronroneo, Alan me miraba con una sonrisa pícara.
—¿Qué? —le pregunté mientras el auto se perdía en la carretera.
—¿Fiesta de pijamas? —musitó levantando una ceja.
—-Sí —sonreí—, prefiero una pequeña mentira que un torrente de preguntas.
—Comprendo, te cuidan mucho.
—Demasiado para mi gusto: ¿adónde vas?, ¿con quién?, ¿a qué hora vuelves?, no hagas esto, no hagas lo otro —me vuelven loca.
Alan soltó una carcajada y sacudió la cabeza.
—No te preocupes, hoy te vas a divertir como nunca, el lugar al que vamos esta increíble.
Cuando llegamos a su casa Caroline, estaba terminando de arreglarse. Lucia muy bonita, llevaba un lindo vestido azul sin tirantes, unas sandalias negras con plataformas y su pelo medio recogido caía en tenues ondas sobre su hombro.
—¡Feliz cumpleaños amiga! —dije mientras la abrazaba y me apartaba para ver su aspecto increíble. Luego le di mi obsequio.
—Muchas gracias, no tenías que comprarme nada, suficiente con que estés aquí para celebrar conmigo.
Caroline tomo la pequeña caja plateada, la abrió y se sorprendió al ver la gargantilla y el juego de aros.
—Es precioso. Me los pondré ahora mismo.
Mi tía Alice tenía un gusto exquisito para las joyas. La gargantilla era de oro blanco con una dimita piedra al final.
—No debiste molestarte Renesmee, espero que no hallas gastado mucho.
—Es un solo regalo, acéptalo y no cuestiones o me ofenderé. Me voy a preparar enseguida te alcanzo.
—Tranquila todavía tenemos tiempo.
Pase a su tocador, mientras ella acababa de retocarse. Tomo mi pequeño bolso y saque mis cosas. Esta noche usaría un ajustado pantalón de cuero negro, con una blusa blanca de mis favoritas. También me pondría mis zapatos, regalo de mi madrina Rosalie.
Mientras mi ropa caía al suelo, recordé mi última salida con tía Alice al centro comercial. Hace unas semanas, había insistido en que comprara este atuendo. Un maniquí lo portaba en la vidriera de la tienda más exclusiva de Montana. Me queje alegando que era inútil comprar algo que no iba a usar. Mi papá era demasiado anticuado y no permitiría que su "niña" saliera a la calle, usando algo que no dejaba nada a la imaginación. Pero nadie le ganaba a tía Alice. Entró lo compro, pago y coloco la bolsa entre mis dedos. Mi tía se empeñó en que siempre tendría alguna ocasión para ponérmelo.
¿Lo habría visto venir? —sonreí ante la idea.
Modele mi cabello con un rizador para hacer más pronunciados mis rizos naturales. Deje mi pelo suelto y los bucles cubrieron mi espalda hasta la cintura.
Finalmente me maquille como tía Rosalie, me había enseñado. Sombra plateada en mis parpados, delineador negro en mis ojos, un poco de mascara, un toque de rubor y por supuesto brillo labial transparente.
Estaba lista.
Cuando salí Alan me esperaba en el corredor, apoyado contra la pared, se encontró con mi mirada y sonrío.
—¡Cielos! los Ángeles se escapan del cielo —exclamó abriendo sus ojos azules de manera teatral.
Me ruborice un poco y le devolví la sonrisa.
—Gracias, tú también no estas nada mal.
Para nada mal. Llevaba unos Jean oscuros, camisa blanca y una campera de cuero marrón. Su pelo rubio estaba despeinado, pero le quedaba perfecto. Estaba muy guapo.
—Vamos, Caroline nos espera en el auto —me tomo de la mano y como todo un caballero me escolto a su coche.
Cuando subimos Caroline también alabo mi vestuario.
—¿Alan donde dejaste a Renesmee? Oh ¿eres tu amiga? —preguntó fingiendo sorpresa—. Te has tirado 5 años encima, después debes darme algunos consejos.
—Cuando quieras señora exagerada.
La disco se encontraba a hora del pueblo. El lugar era extraordinario, la pista de baile se encontraba en el centro y el piso cambiaba de diseño gracias a las luces dispersas en el. A su alrededor estaban ubicadas unas cuantas mesas pequeñas, algunos sillones de cuero y pequeños bancos. Pantallas gigantes colgaban en las paredes del fondo en donde se podían ver distintos videos musicales de hip hop. A pocos metros de la entrada estaba ubicada una gran barra, en la cual se exhibían diferentes tragos exóticos.
—Es asombroso, Caroline.
—He venido muchas veces te va a gustar.
—La música esta genial, ya tengo ganas de bailar.
—Espero que así sea, pero me prometes que primero bailas conmigo —me aclaro Alan.
—Por supuesto que te concedo el primer baile galán —bromeé haciéndolo girar.
La gente no tarda en llenar el lugar, Alan se encontró con unos amigos y nos dijo que después nos alcanzaba. Antes  de marcharse me tomo por la cintura y susurro en mi oído que no me iba a dejar tranquila hasta que bailara con él. Yo le sonríe y le di un beso en la mejilla, antes de hacer mi promesa con mi mano en mi corazón.
Seguí a Caroline, hasta el lugar donde siempre ocupaban con su novio y sus amigos cada vez que venían aquí.
—No deberías ser tan cariñosa con mi hermano —musitó rodando los ojos.
—Deberías saber que es solo un juego entre Alan y yo, a tu hermano le encanta coquetear conmigo, pero es solo eso, nada más.
—Y a ti te encanta que haga eso.
—No lo voy a negar —susurré encogiéndome de hombros.
Nos esperaban tres personas, una pareja y un chico, que por la forma en que devoro a Caroline supuse que era su novio Seth.
Ella literalmente se abalanzo sobre él. Y por supuesto él no tardo en rodearla con sus brazos y besarla con pasión. Por diez segundos eternos, me sentí fuera de lugar.
Mi amiga se sonrojo mientras giraba hacia mí para presentarme con ellos.
—Ella es mi  mejor amiga Renesmee.
—Renesmee, ellos son Jared y Kim —señaló a la pareja—, y él es Seth mi novio.
—Hola un placer —dije algo cohibida.
—Así que tú eres Renesmee, la famosa amiga de mi chica —intervino Seth mientras pasaba un brazo sobre los hombros de Caroline.
—¿Famosa?, espero que allá hablado bien de mí —bromeé.
—Por supuesto, y debo decir que estoy un poco celoso por eso. Me gusta ser su centro de atención.
—¿Celoso? —sonreí— Caroline no hace más que hablar de ti en sus mails o cuando hablamos por teléfono.
Seth sonrío y volvió a besarla. Yo volví a sentirme algo incomoda entre ambas parejitas. Estos hombres no les quitaban los ojos de encima a sus parejas. Actuaban con suma posesividad y buscaban contacto continuamente. Si Caroline o Kim se alejaban un poco de ellos. Inmediatamente, ambos cambiaban su posición hacia ella.
Estuvimos un largo tiempo hablando, me preguntaron que me parecía Forks, cuanto tiempo me quedaría, y me aclararon que no me tenía que ir sin antes visitar la Push. Era su reserva, siempre se juntaban allí alrededor de una fogata a contar historias o realizar alguna fiesta nocturna, hasta bien entrado el Amanecer. Luego de superar algo la enorme química entre las parejitas, comencé a sentirme más cómoda. Todos eran agradables, Kim la novia de Jared era una poco tímida pero no menos amigable que el resto.
—¿Por qué no vino Jake, Seth? —preguntó Caroline.
—Va a venir, solo tenía que recoger a Maia. Nos alcanzará más tarde.
—Ah…
Caroline era un libro abierto y no fue fácil ver su desagrado. A mi amiga le incomodaba la presencia de esa chica.
—Ya se amor, pero que quieres que le dijera, es su novia —le susurró él.
Seth fue por unas bebidas. Me acerque a Caroline para aliviar la atención y curiosear sobre la tal Maia. Era su cumpleaños y no era justo que se amargara por terceros.
—Es que es una pesada —confesó con un suspiro. Luego bajo más la voz para que Jared y Kim no la escucharan. Realmente valdría la pena, si los dos tórtolas no estuvieran en su burbuja. Maia no es de la Push, todos son muy amables allí, se mudó hace casi dos años a la reserva y desde unos meses sale con Jake. Además es un poco rara.
—¿Rara?, ¿por qué?
—Mmm… No sé a veces te trata de una forma y otras es completamente diferente. Sumado a que es una demente con Jake, lo cela demasiado, pobre…
—¿Pobre? Ningún hombre esta con una mujer a la fuerza. Claro, a menos que la embarace y el suegro lo apunte con arma para que se case con su hija. Pero ya no estamos en esos tiempos. Por lo tanto, si tu amigo esta con ella supongo que es porque le gusta ¿no?
—No lo entiendes, cuando esta con él, es toda amabilidad y encanto. Pero si alguien se le acerca e invade su territorio, ella se trastorna. En fin… —me miró con esos ojos azules especuladores— Tenía la esperanza de… —se calló pero capte sus intenciones.
—O sea que me trajiste aquí para que tu amigo deje a su novia la loca —pregunté con los ojos entrecerrados.
—Por supuesto que no, vinimos a celebrar nuestro cumpleaños. El lugar esta asombroso o ¿no?, pero si además congeniaras con Jake, sería estupendo —musitó con picardía.
—¿Desde cuando eres Cupido?
—Es muy amable, gracioso y divertido. Sin mencionar que es guapo. Ya verás cuando te lo presente.
—Tu amigo debería pagarte, lo vendes muy bien —apunté con sarcasmo. Ahora entendía por qué no quería que coqueteara con Alan.
—No te enojes, olvida lo que te dije. Con Maia, el plan ya se vino abajo —suspiró.
—Por lo menos lo reconoces —me reí.
Seth regreso con las bebidas y tomo su lugar. Caroline se sentó en su regazo y coloco su cabeza sobre su pecho mientras este besaba su coronilla. Jared y Kim estaban tomados de la mano y mientras él le hablaba a Kim al oído esta reía y se sonrojaba.
Ambas parejas se miraban con adoración y sobre todo mucho amor. Me recordaban mucho a los lazos que unían a los miembros de mi familia. Por un momento sentí un poco de envidia, últimamente me  preguntaba si algún día encontraría a alguien que me mirara de esa misma forma, un amor que no necesita expresarse con palabras, porque con una mirada te lo dice todo —suspiré ante la situación—. Apenas tenía siete años y nunca había pensado en el amor. Solo me interesaba tener amigos y divertirme. Tío Emmett, molestaba constantemente a mi padre preguntándose cuando mis hormonas comenzarían a alterarse.
La música cambio y comenzó a sonar una famosa canción de hip hop, una de mis favoritas. En ese instante, Alan apareció y saludo a los demás y luego se dirigió a mí.
—Lo prometiste.
—Y siempre cumplo mis promesas —le aclaré.
Tanta miel a mi alrededor, ya comenzaba a empalagarme.
Nos ubicamos en el centro de la pista y comenzamos a bailar. Me acerque a su oído y le grité.
—Vamos a darles una clases a los presentes —me reto haciéndome girar varias veces.
Sin duda era un bailarín estupendo y no tardamos en acoplarnos muy bien.


POV Jacob

—Soy hermosa ¿no? —preguntó Maia, mientras giraba en frente de mí.
—-Eres muy hermosa.
Sonrío satisfecha. Camino de manera sugerente y coloco ambas manos en mis mejillas. Su boca se acercó para besarme con audacia. Su lengua se enredó con la mía y no tarde en responder, tomándola por la cintura y  apretándola fuerte contra mi pecho.
—Te amo —susurró.
Maia era muy demostrativa, en sus sentimientos hacia mí. Podríamos tener público, pero eso no la detenía. Era osada, atrevida, caliente y muy celosa. Si no fuera por ese último detalle seriamos la pareja perfecta.
Deshice nuestro abrazo y le di un último beso en sus labios.
—Llegaremos tarde.
Subimos a mi auto y nos dirigimos a Port Ángeles, en el lugar donde siempre nos juntábamos con los chicos.
—¿Cuál es la celebración?
—Es el cumpleaños de Caroline, pensé que te lo había dicho.
—Oh, sí, ya lo recuerdo.
—Donde tienes la cabeza —pregunté divertido.
—Pues en ti por supuesto —me contestó tomando mi mano derecha entre sus dedos.
Me reí y continúe manejando. A veces me sorprendía la simpleza de  sus respuestas. Creo que ella me daba más de lo que merecía a lo mejor era yo quien esperaba menos. La realidad es que a pesar de llevar un tiempo junto, todavía no me entregaba completamente a nuestra relación. Estaba acostumbrado a dar solo fragmentos de mí.
Los chicos nos esperaban en nuestra mesa de siempre. No era de extrañar verlos en lo suyo y que no notaran cuando Maia y yo nos acercamos.
—Hola Caroline felicidades —dije mientras la abrazaba.
—¡Jake!, por fin pensé que ya no vendrían.
—Sí, Maia seguía probándose vestidos seguro que no estaríamos acá.
—Solo fueron cinco, sabes que soy un poquito indecisa.
—¿Un poquito? —puse los ojos en blanco—. Odiaba acompañarla al centro comercial tardaba horas dando vueltas y volviendo locas a las vendedoras. Muchas veces no compraba nada.
—¿Cuantos años cumples Caroline? —preguntó mi novia.
—Dieciocho, ya soy mayor —sonrío con satisfacción la novia de Seth.
—Seguro, pero siempre serás la más joven del grupo de todos modos —murmuró Maia.
Caroline la miró con cara de pocos amigos. En momentos como estos quisiera que se cerrara sus sensual boquita y guardara algunos comentarios.
Tal vez era cierto Caroline era la más joven de todos, pero era muy madura. A veces más que Maia con sus comentarios insidiosos.
—También celebramos el cumpleaños de la amiga de Caroline, cumplió los 18 hace unos días —comentó Seth.
—Recuerdo que lo comentaste en taller. ¿Dónde está?
—Está bailando con Alan. Desde aquí pueden verlos —dijo señalando la pista.
Mis ojos viajaron al centro de la pista. Las luces apenas dejaban entrever los rostros de todos los que se movían sin parar. Alan y su acompañante parecían una pareja profesional de baile. Ella llevaba su largo cabello ondulado, el cual se movía libre de un lado para otro. Eran muy coordinados y sus movimientos  sincronizados. La joven bailaba muy sensual a su alrededor, pegando su cuerpo y alejándolo, como si estuviera tentándolo en el proceso. Sin duda él no la estaba pasando nada mal. Me recordaba a las bailarinas que salen en algunos videos de hip hop,  que transmiten en MTV.
—¿Qué tanto miras, Jacob? —gruñó Maia en mi oído.
Cuando me gire para responderle, me di cuenta que todos estaban inmersos en sus conversaciones y otros asuntos propios de machos imprimados. Maia destilaba veneno en sus ojos.
—Solo veía como bailan Alan y su amiga.
—Me parece que solo mirabas a la exhibicionista.
La miré seriamente. No podía creer que me estuviera haciendo una escena de celos por ver bailar a alguien.
—Son ideas tuyas —contesté disgustado.
—Sí, claro… —murmuró con sarcasmo—. La comías con la mirada.
—Voy por unas cervezas. Tengo la garganta seca.
—No huyas Jacob —masculló haciendo ese chasquido con su boca.
Odiaba cuando se ponía así. Fui hasta la barra y aproveche para tomar un trago solo. Últimamente las salidas en grupo eran una tortura. Ya ni podía contar con Seth cuando estaba con Caroline. La imprimación los atontaba y hasta podría decir que la testosterona disminuía. Eran como gatitos con sus mujeres.
—Quiero de vuelta a mis amigos —mascullé sintiéndome un idiota egoísta.
Mientras acababa de tragos mi cerveza y pedía otra para el camino, pude ver como el camino que había recorrido hasta la barra, se tornaba más estrecho a cada segundo.
Era imposible volver por allí, demasiada gente.
—¡Rayos!
Atravesé por medio de la pista con esos enormes vasos de cervezas. Camine por el centro esquivando la muchedumbre y cientos de cuerpos sudorosos. Mis sentidos eran muy buenos, pero hacer malabares no se me daba bastante bien. Trate de girar bruscamente para esquivar a una pareja que en segundos chocaría conmigo. Un vaso se me fue de las manos y cayó encima de una muchacha que surgió de la nada.
Mis ojos fueron a su blusa, ahora empapada de cerveza.
“Eres un Imbécil Jacob”.
En el momento en que me iba a disculpar fue cuando sucedió… alce la mirada para encontrarme con sus ojos, eran de un profundo color chocolate, a pesar que me miraban con una especie de reproche y rabia contenida, eran los más hermosos que había visto en mi vida.
Todo encajo en segundos… yo había cambiado.

Capítulo 2: Forks

POV Renesmee

Cuando arribé Forks, ya se notaba el cambio en el aire. Era puro, fresco y nuevo. El olor a bosque llenaba mis pulmones  de una manera agradable. Todo era  muy "verde", ahora entendía la pregunta de mi madre para con su antiguo lugar de residencia. Cada árbol del lugar presentaba en sus troncos, el musgo húmedo característico de zona. Y por supuesto el clima era como afirmaba mi abuelo, el cielo encapotado con nubes grises, cubría cada pedazo del firmamento, tornándolo algo sombrío y misterioso. Y por supuesto una fina lluvia caía al momento de mi llegada.
La casa del abuelo Charlie se conservaba igual a como se la veía en las fotografías que enviaba cada tanto a Montana. Al atravesar la puerta de aquella casa rustica, nos recibió Sue, la ahora esposa del abuelo Charlie. Ella dibujo una contagiosa sonrisa, al abrir la puerta. Saludo a mi abuelo con un fuerte abrazo y un tierno beso en la mejilla, parecían muy felices de verse.
Luego se acercó y también me abrazo.
—Bienvenida, así que tú eres Renesmee, la hija de Bella —murmuró.
—Esa soy yo, mucho gusto —dije tímidamente.
—Igualmente. Llevo mucho tiempo oyendo historias sobre ti, ven toma asiento —me indico acompañándome a la sala.
El abuelo tomo mi maleta y la llevo al cuarto que en un tiempo había sido de mi madre. Sue se perdió unos minutos en  la cocina y trajo una jarra de té helado, algunos bocadillos salados. Nuevamente  se sentó enfrente de mí con una gran sonrisa.
—¿Qué te parece mi niña, Sue? —preguntó mi abuelo al bajar por las escaleras.
—Es muy hermosa, y se parece mucho a tu hija, hasta creo que tiene los mismos ojos —mencionó señalando una vieja fotografía de mi madre, cuando aún era humana que estaba sobre un aparador.
—Muchas gracias —susurré.
—Cuéntame Renesmee, ¿Cuánto tiempo vas a estar con nosotros?
—Unos días, tal vez cuatro o cinco.
—¿Y por qué tan poco tiempo? Es la primera vez que llegas al pueblo, sin mencionar lo contento que has puesto a tu abuelo al acompañarlo a casa —me cuestiono Sue.
—Sucede que tengo que continuar con mis estudios, solo me quedan unos meses para terminar el instituto.
—Oh…  claro, pero supongo que regresaras después ¿no? —me sonrió.
—Eso espero…
Esa noche, Sue preparo una abundante  cena. El plato principal, era uno de los favoritos de mi abuelo Charlie: pastas caseras con crema blanca. Mi abuela Esme, se destacaba por ser una gran cocinera, a pesar de no degustar sus propios platillos. Sin embargo, Sue no se quedaba atrás. Claro que en preferencias, siempre prefiera mi dieta principal de sangre. Soy mitad vampiro, y esa parte de la familia siempre se ha impuesto, pero tolero muy bien los alimentos "normales".  Después de la cena, trajo un postre de vainillas, también el favorito del abuelo.
Fuimos nuevamente a la sala, y mientras el abuelo miraba los deportes, me quede conversando un poco más con Sue.
Le conté que tenía una amiga en Forks, a la cual visitaría en estas minis vacaciones, además hable sobre mi escuela, las clases que tomaba allí, mis presentaciones y todo lo que me gusta hacer en mi tiempo libre.
Sue se interesó por mis padres y del resto de mi familia. Era un placer poder hablar con libertad sobre ellos. Por lo general tenía que crear historias para guardar las apariencias. Mis padres parecían mis hermanos mayores en lugar de mis progenitores. En fin, ella era una persona muy amable y cálida conmigo.
Al final del día, Sue me acompaño al que iba a ser mi cuarto por los días que durara mi estancia allí.  Mis sentidos más desarrollados que un humano común, detectaron la pintura fresca en las paredes. Las telas de las cortinas al igual que las sabanas y frazadas eran nuevas. Mi abuelo Charlie me había explicado que esperaban por la visita de Leah, la hija de Sue, pero a último momento no había podido viajar con su esposo. Seria yo quien estrenara el renovado cuarto de invitados.
Me acosté enseguida en mi cama, luego de un baño caliente. Si bien el viaje no había sido muy largo, me encontraba agotada mentalmente. Muchas cosas daban vuelta por mi mente. Había tanto por descubrir, tantos lugares que visitar según Sue. Quería hacer todo como siempre.
Mañana iría a casa de Caroline.


POV Jacob

Desperté con una resaca terrible. Mi habitación daba vueltas cuando enfoque la mirada en techo de madera. Primero venia el mareo, luego el palpitante dolor en mi cabeza.
Por qué demonios tome tanto, pensé.
La esbelta figura  que reposaba a mi lado, gimió y se removió pasando su brazo encima de mi pecho. Intente moverme lentamente para no despertarla, levante su brazo despacio y trate pasar por debajo.
—¿A dónde crees que vas? —musitó abriendo sus ojos de repente.
—Lo siento, no quería despertarte —susurré apartando unos mechones negros de su rostro. Los coloque detrás de su oreja y bese su frente.
—No es lo que pregunte —dijo besando mi clavícula.
—Primero pienso ducharme, luego vestirme y más tarde ir a trabajar.
Me incorporée y tome mi bóxer del suelo.
—¿Por qué no te tomas el día libre Jake?, está lloviendo y seguro hace mucho frío. Podríamos calentarnos mutuamente, ¿no crees? —agregó mordiéndose el labio.
La idea era interesante, sin embargo no podía perder una reunión con un cliente que me dejaría una buena comisión.
—Maia, no sé si sabrás, pero algunos tenemos que trabajar para vivir.
—Solo un día, sabes… podemos pasarla muy bien —insistió quitándose la sabana para mostrar su  exuberante cuerpo desnudo.
—¿No te parece que con lo de anoche fue suficiente?, aprovecha y duerme un poco.
—Como quieras, eres un aguafiestas —dijo ofendida mientras volvía a taparse.
Suspiré y me acerque a ella, sentándome a su lado.
—Escucha, ya hablamos sobre esto, tengo mis prioridades y en este momento, es el trabajo, cuando salga te prometo que te busco y vamos a algún lado.
—Siempre es lo mismo —respondió esquivando su mirada.
Las mujeres histéricas no eran mi fuerte y Maia tenía un don para pasar de una mujer ardiente a una que no querías ver por una semana entera. Me aproxime a la cama y la atraje a mis brazos. Acaricie su enmarañado cabello y bese su frente.
—¿Un beso en la frente? ¿Qué soy tu hija? —pregunta enojada.
Negué con la cabeza al tiempo que besaba sus labios tiernamente. Lo que comenzó como un beso corto y tierno no tardo en volverse salvaje y frenético de su parte. Maia enredo sus dedos en mi cabello y abrió su boca buscando mi lengua. Respondí a su beso, no quería que se enfadara más de la cuenta y tampoco era de inmune a mis instintos. Pero minutos más tarde cuando pretendía finalizar la sesión de besos apasionados, se aferró más a mi cuerpo, para comenzar a descender por mi cuello con besos cada vez más frenéticos.
—Quédate conmigo Jacob.
Sacudí mi cabeza y reprendí una sonrisa. Esta mujer debería tener las hormonas revolucionadas. Apenas si había dormido algo la última noche cumpliendo cada una de sus “exigencias”. Más amable de lo normal, tome sus manos y me aleje poco a poco de ella mientras sonreía con picardía.
—Perdón, de nuevo, pero me tengo que ir.
—Tú te lo pierdes, no voy a rogarte —gruñó.
Media hora más tarde, mi auto se movía veloz por la carretera. Me dirigí a las afueras de la ciudad, al taller donde trabajo medio tiempo cuatro días a la semana.
Mi celular vibro sobre el asiento del acompañante. Un mensaje de Maia.

“A pesar de tus malos tratos y falta de atenciones, prepararé tu almuerzo favorito”

Deje el celular en el mismo lugar y me pregunte por qué no sonreía de manera estúpida como lo hacía Seth al recibir un mensaje de su novia.
Mientras manejaba, reflexione sobre mi solitaria vida. Porque a pesar de estar saliendo con Maia, desde hace un tiempo, algo no encajaba, algo no me dejaba ser feliz completamente. La pasábamos bien, compartíamos gustos como los autos, amistades, salidas y por supuesto es muy apasionada en la cama.
Es una mujer muy bella. Dueña de un cuerpo envidiable, un cabello negro como la noche, que contrasta con su piel blanca y unos ojos grises muy bonitos.
No obstante, no lograba entregarme completamente a nuestra relación.
No sabía la razón, tal vez fuera la bendita imprimación, que ya casi todos habían atravesado.
Uno de los últimos era Seth, hace casi un año que sale con Caroline, una chica estupenda, muy amable y divertida, además de bonita. Estoy muy contento por él, aunque a veces lo molesto y le digo que se comporta como un desquiciado. A lo que Seth responde con una sonrisa y luego dice que le encanta ser un desquiciado enamorado.
Otro aspecto de mi vida para analizar era mi partida de la manada de Sam. Para hablar con sinceridad estaba harto de que quisiera controlar mi vida. Con la marcha de Bella después de su casamiento, me volví un completo amargado, no aguantaba a nadie. Lo mejor fue dejar su manada, abandonar mi casa y e irme a vivir solo, no muy lejos honestamente. Solo a dos kilómetros de la Push.
Otro factor que ayudo  a tomar la decisión de alejarme de mi vieja casa, fue Paul. No estaba de ánimos para soportarlo en mi sala todo el día. Maldita suerte la mía, el idiota se imprimo de mi hermana Rachel. Era algo sumamente molesto ver lo meloso que se había puesto con ella.
Necesitaba mi propio espacio urgente.
Por consiguiente mi título alfa tuvo que surgir y con ello la creación de otra manada. Seth y Leah fueron los primeros en unirse. Más tarde Quil y Embry.
Un tiempo después Leah  se marchó a vivir a Canadá, gracias a su impronta. El acontecimiento fue muy bueno ya que todos sabíamos cuánto había sufrido por Sam. De manera que no impedí que se fuera, merecía ser feliz.
Con todo el revoltijo que tenía en mi cabeza, manada nueva, hogar diferente, montar mi taller, y otras cosas. Al principio no tome mi puesto como líder, como era debido. Pero en un tiempo, superado mi mal genio, más o menos dos años después, decidí que era tiempo de dejar de lamentarme y ser una piltrafa andante. Tenía que seguir adelante y tomar las riendas de mi vida.
Hable con Sam y dividimos los perímetros y horarios de vigilancia. Fue gratificante consolidarme con esa parte para mí mismo.
Salía con los chicos o nos juntábamos en la Push. Compartíamos viejas tradiciones y creábamos nuevas. Prácticamente todo volvió a lo que se podría llamar normal.
Cuando llegue al taller mi primer cliente me esperaba. Se le veía muy contenta, con una enorme sonrisa en su rostro.
—Hola Caroline, ¿qué hay?
—Hola Jake, todo en orden. Solo quería un cambio de aceite para mi coche.
—Ahora mismo te atiendo.
—Ok —sonrió.
—Se puede saber ¿Por qué se te ve tan contenta?, me imagino que va todo bien con Seth, ¿no?
—De maravilla… Pasa es que hoy vendrá a visitarme una gran amiga, hace más de un año que no la veo.
—Que bien. ¿Y de dónde es?
—Montana, vino a visitar a su tío y de paso, por supuesto a su amiga –agregó.
—¿Se conocen hace mucho? —pregunté mientras revisaba su coche.
—Hace tres años, estudiábamos juntas pero tuve que mudarme y solo hablamos por teléfono o nos vemos por el chat.
—Bueno aparentemente, esta todo correcto. Cambie el aceite y quedo listo.
—¿Cuánto te debo?
—No es nada déjalo.
Puso los ojos en blanco, mientras negaba con la cabeza.
—¿Cómo que no es nada?
—No insistas, porque no te voy a cobrar.
—Sí, sigues así vas a fundir el lugar, Jake —aclaró con el ceño fruncido.
—No te preocupes me desquito con el próximo cliente
Ella se quedó pensando un momento.
—No dejare que te aproveches de otros, así que ya se lo que haremos.
—¿Qué? —entrecerré los ojos.
—Mañana es mi cumpleaños, pensaba hacer una salida de chicas, pero pensándolo bien, ven, le diré a Seth que invite a los otros chicos y así conocerás a mi amiga.
—Suena bien —murmuré.
—Entonces es un hecho nos vemos mañana.
Caroline se despidió, mientras subía a su auto.


POV Renesmee

Desperté, cerca de las 9 de la mañana. El abuelo Charlie hoy tenía el día libre, así que desayuno con Sue y conmigo. Comimos cereal, frutas y jugo de naranjas. Para fortuna de mi abuelo, desde que se casó, su dieta mejoro mucho, ya que en su casa alguien cocinaba de forma saludable y no solo huevos y tocino, como el solía hacer. Cuando terminamos Sue se marchó a realizar algunas compras, para llenar la despensa.
Más tarde, el abuelo se ofreció a llevarme a casa de Caroline. Pensaba tomar un taxi, pero se negó rotundamente, ya que ella vive a las afueras de Forks. Y como el conoce lugar no fue difícil localizar su casa.
Llegamos a aquella casa de enorme jardín, cerca del mediodía. El abuelo luego pasaría a recogerme en la noche. Su jardín delantero era enorme, lleno de flores de variadas especies y colores. Mentalmente recordé que tenía que fotografiar este bello paisaje.
Llegue a su puerta y toque el timbre, Alan, su hermano fue quien me recibió.
—Desde cuando la princesa, buscan a su príncipe en su castillo —bromeó.
—Ya que el príncipe no va en mi búsqueda… —le sonreí.
Se acercó y me abrazo muy fuerte. Después dio un paso hacia atrás para poder verme mejor.
—Valla… cada día estas más hermosa.
—Gracias, y tú supongo que tienes a muchas chicas desesperadas por ahí.
Se encogió de hombros.
—Podría ser, pero no a la que me interesa —dijo alzando una ceja y con una sonrisa pícara en su rostro, a la vez que me indicaba que pasara dentro.
Realmente no bromeaba, Alan es muy guapo, con su rubio cabello despeinado, sus ojos castaños y ese rostro que siempre estaba acompañado con una sonrisa que contagia a todos. Él es alto y atlético, pero su físico quedaba opacado un gran sentido del humor.
Nos llevamos muy bien era un gran amigo, aunque a veces, pereciera lo contrario, ya que continuamente nos estamos coqueteando, pero para nosotros era solo un juego.
Caroline bajo las escaleras corriendo, en cuanto me vio.
—¡Renesmee! —gritó mientras me abrazaba y me quitaba el poco aire de mis pulmones.
—Hola Caro, tanto tiempo sin verte amiga, ¿Cómo va todo?
—Oh, genial, tengo tantas cosas que contarte —ven vamos a mi cuarto.
Subimos a su habitación y nos sentamos en el piso. Luego de pelear con mi amiga un par de segundos, se marchó al club con sus amigos.
Teníamos mucho de qué hablar, nos pusimos al tanto sobre nuestra familia, la escuela, su primer año en su nueva casa, el pueblo y otras cosas.
Alan llego minutos más tarde con una enorme bandeja llena de comida. Reprendió a Caroline por su falta de hospitalidad al no ofrecerme nada, a lo que ella respondió con un almohadón en su cabeza.
—Y dime Caro, ¿Cómo te va con tu príncipe azul?
Caroline suspiró, y sus ojos se iluminaron a la vez que una gran sonrisa aparecía en su rostro.
—Muy bien, más que bien.
—Se te ve bien enamorada. ¿Dónde la conociste?
—En el taller de un amigo suyo, lleve el auto de papá para que lo arreglaran, y ahí estaba él. No me quitaba los ojos de encima.
—¿Y?
—Tuve que dejar el auto varios días, y cuando lo fui a retirar, daba la casualidad que él estaba allí de nuevo, comenzamos a hablar y me invito a salir, acepte, fuimos a tomar un café y a partir de ese momento no nos separamos más —suspiró de nuevo recordando su historia.
—Que interesante… y que le habrá puesto al café, para que estés con esa cara —la moleste.
—Eres una tonta —dijo lanzándome un almohadón—. Lo que pasa es que no lo conoces, es muy dulce, me trata como a una reina, y cuando me mira —suspiró de nuevo—. No se… Me encanta.
—¡Wowww! ¡Esto sí que es grave! —me carcajeé.
Caroline me miró con los ojos entrecerrados.
—Ya verás cuando te lo presente.
—Ok, solo espero que no olvides que soy tu amiga y te conocí primero, tengo más derecho por antigüedad —le aclare.
—Por supuesto, que no lo olvidare, y dime, ¿tienes algún enamorado escondido por ahí?
—Todavía no me contagie con tu enfermedad —me burlé.
—Ya quisieras tener mis síntomas —murmuró sacándome la lengua.
El resto de la tarde vimos unas películas, algunas fotografías de su nueva escuela, de su novio y sus amigos.
Me llamo la atención, que todos eran grandes, incluso Seth.
—Es mayor que tú ¿no?
—Tiene 22 años.
—¿Tus padres no pusieron el grito en el cielo cuando se enteraron?
—Al principio no les gusto la diferencia de edad, pero cuando lo conocieron eso no les importo, Seth es muy maduro y responsable.
Miré con atención la fotografía. El lugar era muy bonito.
—¿Dónde fue tomada la foto?
—En la Push, una reserva a pocos kilómetros de aquí.
—Se ve muy bonita.
—Si quieres puedes conocerla antes que te marches.
—Sería estupendo. Cuéntame ¿Quiénes son todos?
Caroline me nombro a todos los que estaban en la imagen:
—Son Jared, Kim, Emily, Sam, Seth, yo, Embry, Quil, Claire, Maia, Colin, Sara y Brady. Falta Jake, pero bueno alguien tenía que tomar la fotografía —se rió.
Todos los muchachos se parecían bastante, eran morenos, altos en su mayoría, y corpulentos.
—Parecen que son buenos amigos.
—Si son muy unidos, como hermanos.
Terminamos el día cenando unas pizzas y tomando unos refrescos. Luego mi abuelo pasó por mí.
—¿Qué tal tu día cariño?
—Muy interesante, mañana saldré a festejar el cumpleaños de Caroline y conoceré a un par de amigos.