POV Renesmee
Cuando arribé Forks, ya se notaba el cambio en el aire. Era puro, fresco
y nuevo. El olor a bosque llenaba mis pulmones
de una manera agradable. Todo era
muy "verde", ahora entendía la pregunta de mi madre para con
su antiguo lugar de residencia. Cada árbol del lugar presentaba en sus troncos,
el musgo húmedo característico de zona. Y por supuesto el clima era como
afirmaba mi abuelo, el cielo encapotado con nubes grises, cubría cada pedazo
del firmamento, tornándolo algo sombrío y misterioso. Y por supuesto una fina
lluvia caía al momento de mi llegada.
La casa del abuelo Charlie se conservaba igual a como se la veía en las
fotografías que enviaba cada tanto a Montana. Al atravesar la puerta de aquella
casa rustica, nos recibió Sue, la ahora esposa del abuelo Charlie. Ella dibujo
una contagiosa sonrisa, al abrir la puerta. Saludo a mi abuelo con un fuerte
abrazo y un tierno beso en la mejilla, parecían muy felices de verse.
Luego se acercó y también me abrazo.
—Bienvenida, así que tú eres Renesmee, la hija de Bella —murmuró.
—Esa soy yo, mucho gusto —dije tímidamente.
—Igualmente. Llevo mucho tiempo oyendo historias sobre ti, ven toma
asiento —me indico acompañándome a la sala.
El abuelo tomo mi maleta y la llevo al cuarto que en un tiempo había
sido de mi madre. Sue se perdió unos minutos en
la cocina y trajo una jarra de té helado, algunos bocadillos salados.
Nuevamente se sentó enfrente de mí con
una gran sonrisa.
—¿Qué te parece mi niña, Sue? —preguntó mi abuelo al bajar por las
escaleras.
—Es muy hermosa, y se parece mucho a tu hija, hasta creo que tiene los
mismos ojos —mencionó señalando una vieja fotografía de mi madre, cuando aún
era humana que estaba sobre un aparador.
—Muchas gracias —susurré.
—Cuéntame Renesmee, ¿Cuánto tiempo vas a estar con nosotros?
—Unos días, tal vez cuatro o cinco.
—¿Y por qué tan poco tiempo? Es la primera vez que llegas al pueblo, sin
mencionar lo contento que has puesto a tu abuelo al acompañarlo a casa —me
cuestiono Sue.
—Sucede que tengo que continuar con mis estudios, solo me quedan unos
meses para terminar el instituto.
—Oh… claro, pero supongo que
regresaras después ¿no? —me sonrió.
—Eso espero…
Esa noche, Sue preparo una abundante
cena. El plato principal, era uno de los favoritos de mi abuelo Charlie:
pastas caseras con crema blanca. Mi abuela Esme, se destacaba por ser una gran
cocinera, a pesar de no degustar sus propios platillos. Sin embargo, Sue no se
quedaba atrás. Claro que en preferencias, siempre prefiera mi dieta principal
de sangre. Soy mitad vampiro, y esa parte de la familia siempre se ha impuesto,
pero tolero muy bien los alimentos "normales". Después de la cena, trajo un postre de
vainillas, también el favorito del abuelo.
Fuimos nuevamente a la sala, y mientras el abuelo miraba los deportes,
me quede conversando un poco más con Sue.
Le conté que tenía una amiga en Forks, a la cual visitaría en estas
minis vacaciones, además hable sobre mi escuela, las clases que tomaba allí,
mis presentaciones y todo lo que me gusta hacer en mi tiempo libre.
Sue se interesó por mis padres y del resto de mi familia. Era un placer
poder hablar con libertad sobre ellos. Por lo general tenía que crear historias
para guardar las apariencias. Mis padres parecían mis hermanos mayores en lugar
de mis progenitores. En fin, ella era una persona muy amable y cálida conmigo.
Al final del día, Sue me acompaño al que iba a ser mi cuarto por los
días que durara mi estancia allí. Mis
sentidos más desarrollados que un humano común, detectaron la pintura fresca en
las paredes. Las telas de las cortinas al igual que las sabanas y frazadas eran
nuevas. Mi abuelo Charlie me había explicado que esperaban por la visita de
Leah, la hija de Sue, pero a último momento no había podido viajar con su
esposo. Seria yo quien estrenara el renovado cuarto de invitados.
Me acosté enseguida en mi cama, luego de un baño caliente. Si bien el
viaje no había sido muy largo, me encontraba agotada mentalmente. Muchas cosas daban
vuelta por mi mente. Había tanto por descubrir, tantos lugares que visitar
según Sue. Quería hacer todo como siempre.
Mañana iría a casa de Caroline.
POV Jacob
Desperté con una resaca terrible. Mi habitación daba vueltas cuando
enfoque la mirada en techo de madera. Primero venia el mareo, luego el
palpitante dolor en mi cabeza.
Por qué demonios tome tanto, pensé.
La esbelta figura que reposaba a
mi lado, gimió y se removió pasando su brazo encima de mi pecho. Intente
moverme lentamente para no despertarla, levante su brazo despacio y trate pasar
por debajo.
—¿A dónde crees que vas? —musitó abriendo sus ojos de repente.
—Lo siento, no quería despertarte —susurré apartando unos mechones
negros de su rostro. Los coloque detrás de su oreja y bese su frente.
—No es lo que pregunte —dijo besando mi clavícula.
—Primero pienso ducharme, luego vestirme y más tarde ir a trabajar.
Me incorporée y tome mi bóxer del suelo.
—¿Por qué no te tomas el día libre Jake?, está lloviendo y seguro hace
mucho frío. Podríamos calentarnos mutuamente, ¿no crees? —agregó mordiéndose el
labio.
La idea era interesante, sin embargo no podía perder una reunión con un
cliente que me dejaría una buena comisión.
—Maia, no sé si sabrás, pero algunos tenemos que trabajar para vivir.
—Solo un día, sabes… podemos pasarla muy bien —insistió quitándose la
sabana para mostrar su exuberante cuerpo
desnudo.
—¿No te parece que con lo de anoche fue suficiente?, aprovecha y duerme
un poco.
—Como quieras, eres un aguafiestas —dijo ofendida mientras volvía a
taparse.
Suspiré y me acerque a ella, sentándome a su lado.
—Escucha, ya hablamos sobre esto, tengo mis prioridades y en este
momento, es el trabajo, cuando salga te prometo que te busco y vamos a algún
lado.
—Siempre es lo mismo —respondió esquivando su mirada.
Las mujeres histéricas no eran mi fuerte y Maia tenía un don para pasar
de una mujer ardiente a una que no querías ver por una semana entera. Me
aproxime a la cama y la atraje a mis brazos. Acaricie su enmarañado cabello y
bese su frente.
—¿Un beso en la frente? ¿Qué soy tu hija? —pregunta enojada.
Negué con la cabeza al tiempo que besaba sus labios tiernamente. Lo que
comenzó como un beso corto y tierno no tardo en volverse salvaje y frenético de
su parte. Maia enredo sus dedos en mi cabello y abrió su boca buscando mi
lengua. Respondí a su beso, no quería que se enfadara más de la cuenta y
tampoco era de inmune a mis instintos. Pero minutos más tarde cuando pretendía finalizar
la sesión de besos apasionados, se aferró más a mi cuerpo, para comenzar a
descender por mi cuello con besos cada vez más frenéticos.
—Quédate conmigo Jacob.
Sacudí mi cabeza y reprendí una sonrisa. Esta mujer debería tener las
hormonas revolucionadas. Apenas si había dormido algo la última noche
cumpliendo cada una de sus “exigencias”. Más amable de lo normal, tome sus
manos y me aleje poco a poco de ella mientras sonreía con picardía.
—Perdón, de nuevo, pero me tengo que ir.
—Tú te lo pierdes, no voy a rogarte —gruñó.
Media hora más tarde, mi auto se movía veloz por la carretera. Me dirigí
a las afueras de la ciudad, al taller donde trabajo medio tiempo cuatro días a
la semana.
Mi celular vibro sobre el asiento del acompañante. Un mensaje de Maia.
“A pesar de tus malos tratos y
falta de atenciones, prepararé tu almuerzo favorito”
Deje el celular en el mismo lugar y me pregunte por qué no sonreía de
manera estúpida como lo hacía Seth al recibir un mensaje de su novia.
Mientras manejaba, reflexione sobre mi solitaria vida. Porque a pesar de
estar saliendo con Maia, desde hace un tiempo, algo no encajaba, algo no me
dejaba ser feliz completamente. La pasábamos bien, compartíamos gustos como los
autos, amistades, salidas y por supuesto es muy apasionada en la cama.
Es una mujer muy bella. Dueña de un cuerpo envidiable, un cabello negro
como la noche, que contrasta con su piel blanca y unos ojos grises muy bonitos.
No obstante, no lograba entregarme completamente a nuestra relación.
No sabía la razón, tal vez fuera la bendita imprimación, que ya casi
todos habían atravesado.
Uno de los últimos era Seth, hace casi un año que sale con Caroline, una
chica estupenda, muy amable y divertida, además de bonita. Estoy muy contento
por él, aunque a veces lo molesto y le digo que se comporta como un
desquiciado. A lo que Seth responde con una sonrisa y luego dice que le encanta
ser un desquiciado enamorado.
Otro aspecto de mi vida para analizar era mi partida de la manada de
Sam. Para hablar con sinceridad estaba harto de que quisiera controlar mi vida.
Con la marcha de Bella después de su casamiento, me volví un completo amargado,
no aguantaba a nadie. Lo mejor fue dejar su manada, abandonar mi casa y e irme
a vivir solo, no muy lejos honestamente. Solo a dos kilómetros de la Push.
Otro factor que ayudo a tomar la
decisión de alejarme de mi vieja casa, fue Paul. No estaba de ánimos para
soportarlo en mi sala todo el día. Maldita suerte la mía, el idiota se imprimo
de mi hermana Rachel. Era algo sumamente molesto ver lo meloso que se había
puesto con ella.
Necesitaba mi propio espacio urgente.
Por consiguiente mi título alfa tuvo que surgir y con ello la creación
de otra manada. Seth y Leah fueron los primeros en unirse. Más tarde Quil y
Embry.
Un tiempo después Leah se marchó
a vivir a Canadá, gracias a su impronta. El acontecimiento fue muy bueno ya que
todos sabíamos cuánto había sufrido por Sam. De manera que no impedí que se
fuera, merecía ser feliz.
Con todo el revoltijo que tenía en mi cabeza, manada nueva, hogar
diferente, montar mi taller, y otras cosas. Al principio no tome mi puesto como
líder, como era debido. Pero en un tiempo, superado mi mal genio, más o menos
dos años después, decidí que era tiempo de dejar de lamentarme y ser una
piltrafa andante. Tenía que seguir adelante y tomar las riendas de mi vida.
Hable con Sam y dividimos los perímetros y horarios de vigilancia. Fue
gratificante consolidarme con esa parte para mí mismo.
Salía con los chicos o nos juntábamos en la Push. Compartíamos viejas
tradiciones y creábamos nuevas. Prácticamente todo volvió a lo que se podría
llamar normal.
Cuando llegue al taller mi primer cliente me esperaba. Se le veía muy
contenta, con una enorme sonrisa en su rostro.
—Hola Caroline, ¿qué hay?
—Hola Jake, todo en orden. Solo quería un cambio de aceite para mi
coche.
—Ahora mismo te atiendo.
—Ok —sonrió.
—Se puede saber ¿Por qué se te ve tan contenta?, me imagino que va todo
bien con Seth, ¿no?
—De maravilla… Pasa es que hoy vendrá a visitarme una gran amiga, hace
más de un año que no la veo.
—Que bien. ¿Y de dónde es?
—Montana, vino a visitar a su tío y de paso, por supuesto a su amiga
–agregó.
—¿Se conocen hace mucho? —pregunté mientras revisaba su coche.
—Hace tres años, estudiábamos juntas pero tuve que mudarme y solo
hablamos por teléfono o nos vemos por el chat.
—Bueno aparentemente, esta todo correcto. Cambie el aceite y quedo
listo.
—¿Cuánto te debo?
—No es nada déjalo.
Puso los ojos en blanco, mientras negaba con la cabeza.
—¿Cómo que no es nada?
—No insistas, porque no te voy a cobrar.
—Sí, sigues así vas a fundir el lugar, Jake —aclaró con el ceño
fruncido.
—No te preocupes me desquito con el próximo cliente
Ella se quedó pensando un momento.
—No dejare que te aproveches de otros, así que ya se lo que haremos.
—¿Qué? —entrecerré los ojos.
—Mañana es mi cumpleaños, pensaba hacer una salida de chicas, pero
pensándolo bien, ven, le diré a Seth que invite a los otros chicos y así
conocerás a mi amiga.
—Suena bien —murmuré.
—Entonces es un hecho nos vemos mañana.
Caroline se despidió, mientras subía a su auto.
POV Renesmee
Desperté, cerca de las 9 de la mañana. El abuelo Charlie hoy tenía el
día libre, así que desayuno con Sue y conmigo. Comimos cereal, frutas y jugo de
naranjas. Para fortuna de mi abuelo, desde que se casó, su dieta mejoro mucho,
ya que en su casa alguien cocinaba de forma saludable y no solo huevos y tocino,
como el solía hacer. Cuando terminamos Sue se marchó a realizar algunas
compras, para llenar la despensa.
Más tarde, el abuelo se ofreció a llevarme a casa de Caroline. Pensaba
tomar un taxi, pero se negó rotundamente, ya que ella vive a las afueras de
Forks. Y como el conoce lugar no fue difícil localizar su casa.
Llegamos a aquella casa de enorme jardín, cerca del mediodía. El abuelo
luego pasaría a recogerme en la noche. Su jardín delantero era enorme, lleno de
flores de variadas especies y colores. Mentalmente recordé que tenía que
fotografiar este bello paisaje.
Llegue a su puerta y toque el timbre, Alan, su hermano fue quien me
recibió.
—Desde cuando la princesa, buscan a su príncipe en su castillo —bromeó.
—Ya que el príncipe no va en mi búsqueda… —le sonreí.
Se acercó y me abrazo muy fuerte. Después dio un paso hacia atrás para
poder verme mejor.
—Valla… cada día estas más hermosa.
—Gracias, y tú supongo que tienes a muchas chicas desesperadas por ahí.
Se encogió de hombros.
—Podría ser, pero no a la que me interesa —dijo alzando una ceja y con
una sonrisa pícara en su rostro, a la vez que me indicaba que pasara dentro.
Realmente no bromeaba, Alan es muy guapo, con su rubio cabello
despeinado, sus ojos castaños y ese rostro que siempre estaba acompañado con
una sonrisa que contagia a todos. Él es alto y atlético, pero su físico quedaba
opacado un gran sentido del humor.
Nos llevamos muy bien era un gran amigo, aunque a veces, pereciera lo
contrario, ya que continuamente nos estamos coqueteando, pero para nosotros era
solo un juego.
Caroline bajo las escaleras corriendo, en cuanto me vio.
—¡Renesmee! —gritó mientras me abrazaba y me quitaba el poco aire de mis
pulmones.
—Hola Caro, tanto tiempo sin verte amiga, ¿Cómo va todo?
—Oh, genial, tengo tantas cosas que contarte —ven vamos a mi cuarto.
Subimos a su habitación y nos sentamos en el piso. Luego de pelear con
mi amiga un par de segundos, se marchó al club con sus amigos.
Teníamos mucho de qué hablar, nos pusimos al tanto sobre nuestra
familia, la escuela, su primer año en su nueva casa, el pueblo y otras cosas.
Alan llego minutos más tarde con una enorme bandeja llena de comida.
Reprendió a Caroline por su falta de hospitalidad al no ofrecerme nada, a lo
que ella respondió con un almohadón en su cabeza.
—Y dime Caro, ¿Cómo te va con tu príncipe azul?
Caroline suspiró, y sus ojos se iluminaron a la vez que una gran sonrisa
aparecía en su rostro.
—Muy bien, más que bien.
—Se te ve bien enamorada. ¿Dónde la conociste?
—En el taller de un amigo suyo, lleve el auto de papá para que lo arreglaran, y ahí estaba él. No me quitaba los ojos de
encima.
—¿Y?
—Tuve que dejar el auto varios días, y cuando lo fui a retirar, daba la
casualidad que él estaba allí de nuevo, comenzamos a hablar y me invito a
salir, acepte, fuimos a tomar un café y a partir de ese momento no nos
separamos más —suspiró de nuevo recordando su historia.
—Que interesante… y que le habrá puesto al café, para que estés con esa
cara —la moleste.
—Eres una tonta —dijo lanzándome un almohadón—. Lo que pasa es que no lo
conoces, es muy dulce, me trata como a una reina, y cuando me mira —suspiró de
nuevo—. No se… Me encanta.
—¡Wowww! ¡Esto sí que es grave! —me carcajeé.
Caroline me miró con los ojos entrecerrados.
—Ya verás cuando te lo presente.
—Ok, solo espero que no olvides que soy tu amiga y te conocí primero,
tengo más derecho por antigüedad —le aclare.
—Por supuesto, que no lo olvidare, y dime, ¿tienes algún enamorado
escondido por ahí?
—Todavía no me contagie con tu enfermedad —me burlé.
—Ya quisieras tener mis síntomas —murmuró sacándome la lengua.
El resto de la tarde vimos unas películas, algunas fotografías de su
nueva escuela, de su novio y sus amigos.
Me llamo la atención, que todos eran grandes, incluso Seth.
—Es mayor que tú ¿no?
—Tiene 22 años.
—¿Tus padres no pusieron el grito en el cielo cuando se enteraron?
—Al principio no les gusto la diferencia de edad, pero cuando lo
conocieron eso no les importo, Seth es muy maduro y responsable.
Miré con atención la fotografía. El lugar era muy bonito.
—¿Dónde fue tomada la foto?
—En la Push, una reserva a pocos kilómetros de aquí.
—Se ve muy bonita.
—Si quieres puedes conocerla antes que te marches.
—Sería estupendo. Cuéntame ¿Quiénes son todos?
Caroline me nombro a todos los que estaban en la imagen:
—Son Jared, Kim, Emily, Sam, Seth, yo, Embry, Quil, Claire, Maia, Colin,
Sara y Brady. Falta Jake, pero bueno alguien tenía que tomar la fotografía —se
rió.
Todos los muchachos se parecían bastante, eran morenos, altos en su
mayoría, y corpulentos.
—Parecen que son buenos amigos.
—Si son muy unidos, como hermanos.
Terminamos el día cenando unas pizzas y tomando unos refrescos. Luego mi
abuelo pasó por mí.
—¿Qué tal tu día cariño?
—Muy interesante,
mañana saldré a festejar el cumpleaños de Caroline y conoceré a un par de
amigos.
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