POV Jacob
Cada rincón dentro de mí se fue iluminando con una intensa luz, era imposible de explicar que con tan solo una mirada pudiera entregarle hasta el alma.
En un instante mi
vida, mi mundo, mi tiempo, mi cuerpo, y lo más importante mi amor le
pertenecían al maravilloso ser que tenía en frente.
Un segundo, solo eso
basto para poner mi destino en sus manos.
—Grandioso, esto
solo me tenía que pasar a mí —la escuche lamentarse mientras trataba de limpiar
su blusa.
Volvió a alzar la mirada hacia mi rostro, estaba furiosa, y aun con el ceño fruncido se veía hermosa.
Volvió a alzar la mirada hacia mi rostro, estaba furiosa, y aun con el ceño fruncido se veía hermosa.
—¡¿No te piensas
disculpar?! ¿O te vas a quedar ahí mirándome con esa cara?
Salí
momentáneamente de mi conmoción, tratando de articular las palabras correctas,
pero tenía demasiadas cosas en mi cabeza y quería expresarlas de miles de
formas. No obstante lo único que logre susurrar fue un…
—Lo siento…
—Olvídalo, que te
disculpes, no arregla nada —bufó.
Alan apareció desde
un extremo de la pista, al parecer todavía no me había visto.
—¿Ey princesa
porque esa cara?, tampoco es que tarde tanto ¿o sí?
Siguió su mirada
enfurecida para darse cuenta que en realidad su enojo era conmigo.
—¿Qué paso? ¿Ya conociste a Jake?
—Si lamentablemente
—respondió entre dientes.
—Toma bebe un poco
así te relajas y me cuentas lo que paso —le dijo mientras le acercaba una
bebida.
—No gracias tu
amigo se encargó de darme, una cerveza gratis —musitó señalando su blusa.
—Oh… ya veo —dijo
riendo.
Alan era un
verdadero idiota, como se atrevía a burlarse de lo que le había pasado.
Por lo pronto debía
alejar las ganas de sacarle esa estúpida sonrisa de su rostro y tenía que
enmendar mi error, no podía permitir que nuestro encuentro terminara así.
Aclare mi garganta
para volver a disculparme.
—Oye… Realmente lo
siento y…
—¡Jake!, amor te
estoy esperando —Maia apareció desde atrás tomándome por la cintura—. ¿Qué
sucede?, ¿Por qué tardas tanto? —preguntó besando mi mejilla.
—Es que tu novio
tiro parte de su bebida sobre mi amiga —aclaro Alan mientras paso uno de sus
brazos por los hombros de la joven.
Mi cuerpo se tensó
al ver su movimiento, no le quitaba los ojos de encima y una rabia me estaba
consumiendo por dentro. No me gustaba nada que la tocara. Respiré varias veces
para tranquilizarme no quería que pensara que era un desquiciado.
—Ups… ya veo se rió
Maia.
—Bueno Alan voy al
baño a limpiarme un poco, por favor dile a Caroline que quiero hablar con ella.
—No hay problema
princesa, yo le digo.
Maia tiro de mí,
para que regresáramos con los demás. Deje que me lo hiciera sin protestar,
aunque no quería moverme ni un milímetro de donde ella estaba.
—¿Alan donde esta
Renesmee? —preguntó preocupada su hermana.
Así que se llama
Renesmee, un nombre original, aunque un poco complicado —pensé para mis
adentros.
—Tranquila, está en
el baño, hubo un pequeño percance, y Jake derramo una de sus cervezas sobre
ella.
De pronto todos me
miraron sorprendidos.
—¡¡Fue un
accidente!! —concluí.
—Me pidió que te
llamara Caro —dijo Alan.
—Ok, enseguida
vuelvo —le aviso a Seth.
—Caroline dile que
en verdad lo siento.
—Se lo diré, no te
preocupes Jake.
Pasaron los veinte
minutos más largos de mi vida hasta que Caroline regreso, lo sé porque cada
cinco minutos miraba mi reloj, una y otra vez. Maia me torturaba con sus
preguntas: ¿Qué me pasaba?, ¿Por qué estaba tan nervioso?, ¿Por qué no dejaba
de mirar hacia el baño de damas?, y muchas otras más. En fin estaba harto de su
actitud controladora conmigo.
—¿Y tu amiga le
pregunte?
Caroline se veía
molesta dijo que Renesmee se disculpaba pero se marchaba. Eso termino por
romper el poco autocontrol que tenía.
—¿Cómo que se fue? —grité
mientras me levantaba.
Todos me miraron
incrédulos por mi actitud, la verdad no fue nada lógica, eso saltaba a la
vista, pero ya nada me importaba. Se fue… se fue… no dejaba de pensar en eso.
Maia destilaba mucho
odio en su mirada.
—¿Por qué no me
avisaste Caroline, la hubiera llevado a su casa? —Alan se veía muy molesto, esa
era otra de las cosas que me sacaban de mis casillas, mis celos crecían a un
ritmo acelerado, sobre todo cuando comencé a recordar como bailaban juntos.
—No te preocupes,
tomo un taxi en la puerta hasta la casa de su tío, yo misma la acompañe –lo
tranquilizo su hermana.
—Vamos Maia —le
dije tomándola de la mano.
—¿Por qué?, es
temprano no me quiero ir —dijo cruzándose de brazos.
—¿Ey hermano que te
pasa?, ¿Por qué te vas? —quiso saber Seth.
La verdad ya no me
sentía bien en ese lugar, quería salir corriendo a buscar a Renesmee. Pero
debía tranquilizarme y solucionar primero algunos asuntos.
—Me siento un poco
mal, los siento —mascullé—, ¿nos vamos Maia?
Después de unos
minutos logre que mi novia me siguiera, nos despedimos de todos ante sus
miradas confusas por mi extraño comportamiento.
Una de mis primeras
obligaciones seria terminar con Maia, lo que sería muy doloroso para ella, y
por supuesto ya comenzaba a sentirme muy mal por esto. Siempre temí lastimarla
como sucedió con Leah y con Sam. Pensé la maldita imprimación no llegaría nunca
a mi vida, sin embargo esta noche cambio mi existencia.
Lamentablemente
ahora le tendría que romper el corazón a Maia.
Luego quiero
encontrar a Renesmee y cambiar la impresión equivocada que le provoque.
Mi novia no dijo
una palabra hasta que detuve mi coche frente a su casa.
—¿Pensé que íbamos
a tu casa? —murmuró acariciando mi rostro.
Deseaba hablar con
ella mañana a primera hora, quería un poco de tiempo para meditar mis palabras
y herirla lo menos posible.
—No, mañana te veo —dije
fríamente.
—Porque no te
quedas esta noche conmigo —me susurro al oído.
En otra
circunstancia, no hubiera hecho falta, que lo pidiera, ya estaríamos en su
cuarto. Pero en mi cabeza solo veía esas pupilas marrones como el chocolate,
los ojos de Renesmee. Hundí mi cabeza en el volante y suspire mientras cerraba
los ojos.
—Por favor Jacob
dime que te ocurre —exigió.
Era el momento,
después de todo, siempre dicen que no dejes para mañana lo que puedes hacer
hoy.
—Necesitamos hablar
—respondí sin mirarla.
Entramos a su casa
y nos sentamos en la sala. Maia me miraba esperando que dijera algo. No
encontraba los términos adecuados cualquier cosa que murmurara sonaría cruel.
Así que disfracé la verdad.
—Recuerdas que cuando decidí darme una oportunidad, una oportunidad contigo, te dije que lo intentaríamos y veríamos como iban las cosas.
—Recuerdas que cuando decidí darme una oportunidad, una oportunidad contigo, te dije que lo intentaríamos y veríamos como iban las cosas.
—Sí y ha sido casi
un año maravilloso Jake —me sonrío.
—Para mí también
créeme.
—Te creo, ¿pero a qué
viene todo esto?
—A que no es
suficiente para mí.
—¿Suficiente?
—No me malinterpretes, Maia, eres una gran mujer…
—No me malinterpretes, Maia, eres una gran mujer…
—¿Pero…? —me
interrumpió.
—Te quiero —susurré.
—Pero no me amas —–finalizo.
—No… lo siento.
Por un momento su
respiración se aceleró, y hasta creo que la vi temblar. Su rostro mostró en un
principio ira para pasar luego al enojo, por un breve instante. Hasta que
lentamente se fue relajando.
—¿Qué fue lo que
cambio?, hasta hace unas horas todo iba bien —susurró mirando sus manos.
No podía decirle
que acababa de encontrar a mi alma gemela y por eso la dejaba. Ella no sabía
nada de licántropos ni imprimaciones. Ese secreto se lo había ocultado muy
bien.
—Nada cambio, es
solo que nunca podré ofrecerte lo que te mereces. No puedo darte migajas. No es
justo para ti.
Ella todavía no
quitaba los ojos de sus manos. Me sentía muy mal por dentro, era un maldito
mentiroso y egoísta.
—Solo quiero que
quede claro, que no es tu culpa, soy yo, no tiene nada que ver contigo —le aclare.
Suspiro de nuevo y
de repente sonrío. Eso me saco de lugar, hasta hace un momento juraría que
lloraría y me diría de todo. En cambio se levantó y giro alrededor de la mesa y
me abrazo.
—Te prometo que
hare que todo sea como antes, me encargare se eso —murmuró.
Me aleje para ver
su rostro. Era extraño pero parecía feliz.
—Maia… nada volverá
a ser como antes, lo comprendes, ¿no?
—Por supuesto, eres
libre Jacob. No te preocupes por mí, ya estaré bien. Solo quiero que seamos
felices los dos. Y si tenemos que estar separados por un tiempo, así será.
—No es un tiempo…
Es para siempre…
—Shhh… —puso uno de
sus dedos en mis labios— no me hagas caso, yo solo quiero lo mejor para ti —mencionó,
beso mi mejilla y volvió abrazarme.
—Adiós Jake.
—Adiós Maia, espero
que encuentres a alguien que te haga muy feliz.
—Me marche de su
casa a preparar mi próximo paso… Renesmee.
—¡¡Ya era hora!! —gruñí.
—No sé si te habrás
dado cuenta, pero son las cinco de la mañana, y tenía que llevar a Caroline a
su casa —masculló Seth.
—Se perfectamente
que hora es —dije entre dientes.
—Se puede saber que
bicho te pico, ¿Jake? —dijo molesto.
—¡La imprimación!
Seth, eso me pasa —grité.
—¿Qué?, no te sigo
explícate.
Nos sentamos en el
porche de mi casa y platicamos hasta el amanecer.
—Renesmee, ¿la
amiga de Caroline?
—Si… ella —suspiré.
—Y Maia ¿Qué vas a
hacer con ella?
—Ya hablamos hace
unas horas le dije que no podíamos seguir juntos.
—Así no más, porque
no esperaste un poco.
—¿Para qué? Tenía que saberlo de una vez.
—Y estas seguro,
¿Qué estas imprimado?
—¡Por dios Seth!
Mira no sé lo que me pasa, no puedo sacármela de la cabeza desde que la vi.
Apenas intercambiamos unas palabras y ya la extraño, la necesito. Quiero verla
ahora mismo. Cada vez que cierro los ojos lo único que veo es su rostro.
—Ok, ya entendí,
tranquilízate —murmuró mientras ponía una mano sobre mi hombro.
—Tienes que
ayudarme, habla con Caroline, ni siquiera sé dónde encontrarla.
—Está bien por
supuesto que te ayudare, pero tendrás que esperar unas horas. Supongo que las
dos necesitan dormir un poco ¿no crees?
—Si tienes razón —bufé.
—Y a ti también, te
hace falta pegar el ojo. No querrás que Renesmee te vea con esa cara y salga
corriendo —bromeo Seth.
—Muy gracioso…
—Prometo tener
noticias en unas horas, además también necesito descansar, Jacob.
—Solo trata que no
sea mucho tiempo.
Seth se alejó
corriendo y a los pocos metros se giró en seco para gritar.
—¿Quién es el
desquiciado ahora Jake? Y se marchó carcajeando.
No pude evitar
sonreír, era cierto, cuantas veces lo había molestado por su impronta con
Caroline. Diciendo que se comportaba como un demente, ya que todo el día se la
pasaba hablando de ella.
Trate de tomar su
consejo y dormir un poco, pero no hubo resultado alguno. Pasado el mediodía
tome un baño para relajarme, lo que fue imposible, cada vez que cerraba los
ojos su rostro aparecía, y cada vez los recuerdos se volvían más fugaces. Tenía
que verla, necesitaba verla.
Cerca de las dos de
la tarde sonó mi celular, era Seth.
—Escucha Jake, ya
acomode tu agenda para esta tarde —bromeó.
POV Renesmee
—Feliz cumpleaños atrasado cielo —dijo el abuelo Charlie dándome una pequeña caja.
—Gracias abuelo,
pero no hacía falta que me dieras nada.
—Por supuesto que
hace falta –aclaró Sue-, este es un pequeño presente, para que no olvides tu
visita, y esperamos que te guste.
Abrí la pequeña
caja, era un mp5, teléfono, video, mp3 todo incluido.
—Wowww, muchísimas
gracias —agradecí dándoles un abrazo a cada uno.
Luego desayunamos,
la esposa del abuelo había hecho una rica tarta de frutas. Eran muy buenos
conmigo y me consentían mucho. Decían que era muy grato tener a alguien más en
su casa. Ya que los hijos de Sue no vivían con ellos, su hija mayor, se fue a
vivir Canadá, y su hijo menor, vivía solo en La Push. Pero los frecuentaba muy
poco. Además mi madre era la única hija del abuelo Charlie y hace más de siete
años había dejado esa casa.
—¿Y cómo te fue
anoche cariño, te divertiste con tus amigos?
—Estuvo bien —suspiré
encogiéndome de hombros.
—¿Bien? —preguntó
extrañado el abuelo.
—Es que a mitad de
la noche, un idiota me tiró encima su cerveza.
—¿Pero fue un
accidente?
—Si eso creo… —lo
malo es que se arruino mi blusa favorita.
—No te preocupes
Renesmee, después me la das y veo que se puede hacer —dijo Sue.
—Ok… Te lo
agradeceré mucho.
—¿Y dime hoy que
vas a hacer? —preguntó el abuelo.
—Bueno… antes de
bajar llamo Caroline, quiere que pase la tarde en su casa. Veremos algunas
películas.
—¿Quieres que te
lleve? —se ofreció.
—No gracias abuelo,
Alan pasara por mí.
Cerca del mediodía
llego el hermano de Caroline, para llevarme a su casa, el clima había mejorado,
se vislumbraban algunos rayos de sol entre las nubes. Sería un lindo día.
—Bueno llegamos,
dile a Caroline que vuelvo más tarde.
—¿Te marchas?
—Si… lo siento
princesa pero tendré que privarte de mi compañía por unas horas.
—Será un día terrible
sin tu compañía —murmuré siguiéndole el juego.
—No lo digas, que
tal vez te crea, ah me olvidaba no vuelvas a hacer lo de anoche, yo tendría que
llevarte a tu casa se lo prometí a tu tío, ¿recuerdas?
—Perdón, no quería
arruinar tu noche, pero lo prometo no lo vuelvo hacer.
Baje del automóvil
y me dirigí hacia su casa. Me recibió Lindsay, la pequeña hermana de Caroline,
es muy hermosa tenía puesto un vestido verde, que contrastaba con su piel
blanca, su largo cabello rubio le caía en cascada hasta su cintura, parecía una
muñequita.
—¡¡Ness!! —gritó
mientras saltaba a mis brazos.
—Hola, pequeño
monstruo —la salude con el apodo que le había puesto Caroline, y le di un beso
en su mejilla.
—¿Cómo estás?
—¿Cómo estás?
—Muy bien, ¿y tú?
—También, feliz de
verte.
Caroline se
encontraba en la cocina preparando algunos bocadillos.
—Más vale que te
comportes, pequeño monstruo —le advirtió su hermana.
Lindsay le saco la
lengua comenzó a brincar por todo el lugar.
Me llamo la
atención la gran cantidad de comida que había preparado mi amiga. Sándwich,
pizzas, hot dog, tartas y hasta un pastel entre otra gran cantidad de
bocadillos.
—¿Quién se va a
comer todo eso? —le pregunté.
—Nosotros.
—Y quienes somos nosotros.
—Y quienes somos nosotros.
—Lindsay, tú, Seth,
Jake y yo.
Por supuesto que
vendría su novio, ya que no se separaba de ella, pero su amigo…
—¿Y por qué viene
el señor estropeador de blusas favoritas?
—¿Quién es ese?
–preguntó Lindsay.
—-Renesmee, ya te
aclare que fue un accidente y está muy apenado por lo de anoche. No seas
rencorosa, ¿quieres?
—Ok… y su novia mirada asesina, ¿no va a venir?
—Ok… y su novia mirada asesina, ¿no va a venir?
—¿Mirada asesina? —se
carcajeo.
—Sí, anoche
mientras el señor coordinación me pedía disculpas, a su novia no le gustó nada
que lo hiciera y como dicen, si las miradas mataran…
—¿Quién es el señor
coordinación? —volvió a preguntar Lindsay-, mamá y papá no quieren que invites
a mucha gente a la casa.
—Tengo entendido
que viene solo, parece que termino con su novia —me aclaró.
—¿A si…?
—Si, tal vez puedas
consolarlo —dijo con picardía.
—Ah, sí, seguro —dije
con sarcasmo.
—Como ya te dije antes,
lo que pasa es que no lo conoces, además es muy guapo… ¿.No?
Eso no iba a
negarlo, era muy guapo, alto, y corpulento. Su piel era de un lindo color
moreno rojizo y tenía unos lindos ojos negros, que hacían que su mirada fuera más
profunda y misteriosa a la vez.
Trate de despejar
mi mente quitando su hermoso rostro de mi cabeza, todavía estaba enojada.
—Como sea —le
contesté.
Lindsay comenzó a jalarme
para captar mi atención –Ness, Ness –juega conmigo.
—Basta Lindsay, no
molestes a mi amiga, y no le cambies el nombre, se llama Renesmee, no Ness.
—Pero a mí me gusta
Ness, el otro es difícil, no me sale —dijo frunciendo el ceño.
Yo le sonreí y
acaricie su mejilla.
—No te preocupes
pequeña, me gusta Ness, tu puedes tu puedes llamarme así.
—Te dije Caroline,
que le gustaba —dijo sacándole la lengua a su hermana.
—Necesitas ayuda
Caroline, ¿Qué puedo hacer?
—Nada ya está casi
todo listo, porque no sales al jardín y distraes al monstruo.
—¿Qué quieres hacer
Lindsay?
—Mmm… dibujar. No,
no, no… juguemos a la peluquería —pidió mientras aplaudía.
—Bueno, ve trae
algunos cepillos.
Salí al jardín y me
senté en el césped. Realmente era un lugar muy hermoso, rodeado de flores de
diferentes clases y colores. En el centro había una mesa con algunas sillas
alrededor y atrás un árbol muy grande.
A Lindsay se la
veía feliz de que estuviera aquí para jugar con ella. En el fondo la entendía,
se parecía mucho a mi cuando era niña. Como ella no tuve hermanos de mi misma
edad para entretenerme así que lo hacía sola o con mis tías.
Regreso con una
mochila pequeña, con cepillos y peines de todos tamaños, y algunos moños para
su cabello.
—¡¡Ness ya están acá, ya llegaron!! —gritaba.
—¡¡Ness ya están acá, ya llegaron!! —gritaba.
—¿Quiénes? —pregunté.
—¡Seth y su amigo!
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